miércoles, 8 de octubre de 2014

El guarro del arroyo.

Voy a romper la regla de dar las moralejas al final de las historias…

”A los guarros en espera se les caza de día y se les dispara de noche”

Andaba yo algo receloso este verano desde un encuentro nocturno con la autoridad, que sin mayores problemas al llevar todo en orden, junto con el hecho de que habia pocos jabalies, me quitaron las ganas de aprovechar las noches estivales en el monte.

Yo que no me puedo estar quieto, por las mañanas con las frescas si no estaba buscando rastros o mirando siembras, estaba tentando a los blackbass, y si no haciendo unos kilometros corriendo.

Quien me iva a decir a mi, que eso de correr por amor al arte me iba a deparar un lance para recordar...

Mi trayecto terminaba en un arroyo con el cauce seco a un par de kilómetros de mi casa, que albergaba, justo donde lo cruza un camino, un charquete con hierba fresca y varios metros cuadrados de junqueras, donde habia escuchado antes que solía frecuentar algún corzo cuando el calor apretaba, asique una mañana me asomé haber si veía alguna marca característica de los capreolus, pero no fue asi, las únicas marcas que había eran del ganado. Pero una huella  me resulto muy familiar, con las puntas algo romas y la señal inequívoca de las dos guardas traseras... Allí entraba a beber un guarro y no pequeño.

Dos dias después, de nuevo, me acerque corriendo y el suido había vuelto, estaba el agua revuelta y algunos juncos con barro marcado bien alto. Seguí la pista y vi el camino que traía entre los olivos, venia directo de unos cerretes de monte bajo con un pinar algo apretado... Ese día ya iva preparado, y le deje unas golosinas debajo de las "araperas" de una oliva, escondido para que solo disfrutara él de ello.

Estuve yendo a mirarlo 4 días mas, y allí no acudía nadie... pero al 5 cayó en el engaño, se baño en el agua, y después a la golosina donde pude hacerme una idea de como era.. Volvió a fallar a la cita dos dias mas, y yo que hasta que no tengo algo seguro no me pongo... fui a mirar varias mañanas, hasta que entro tres días seguidos, 4,5 y 6 de agosto. El día 7 me decidí, aunque un poco mosqueado porque por la humedad del barro en los juncos, el guarro entraba tarde y quizá me hiciera de dormir allí.

Cuando se puso el sol, cojí el rifle y el zurrón y desde casa me fui andando a paso ligero al arroyo, pues se tardan apenas 20 minutos en llegar. Nervioso doy una patada al suelo para levantar polvo y veo que el aire viene perfecto, con la misma dirección que la que trae el guarro, me siento contra el troncón de una oliva y sin despegarme de los prismáticos mirando torcaces, tórtolas, urracas y alguna liebre se me hace de noche. Se escuchaban leves ruidos seguro que de ratones o incluso escarabajos, pero uno que tiene el oido fino y mas veneno en el cuerpo que otra cosa, se imagina cualquier cosa menos eso.

Escucho un par de pasos enfrente de mi que me ponen en guardia, eso no es un raton.. miro el reloj y son las 22.47. Pienso ¿como puede ser el guarro si ha estado entrando estos dias de madrugada?

Al rato de nuevo escucho  pisar en el barbecho de las olivas, se escucha perfectamente como crujen los terrones a cada paso que da, lento sin ninguna prisa. No tengo dudas de que es mi comensal... Se para varias veces, da 5 o 6 pasos y se vuelve a parar.

Yo en todo este rato no me despego de los prismáticos, hasta que la luz de la luna me hace distinguir un bulto negro justo enfrente de mi, a poco menos de 90 metros, quieto como una estatua. El corazón se me sale por la boca, pero ya llevo unas cuantas noches a las espaldas y me tranquilizo pronto. El mozo comienza a andar, ya sin pararse, con una marcha algo cansina hasta que llega al  camino, se para en el borde y alza la jeta para coger los aires.

Parecía algo desconfiado, pero volvió a agachar la cabeza y bajo la pared del arroyo por el camino al charco de agua, momento en el cual aproveche para dejar los prismáticos y coger el rifle, para observarlo ahora con el visor. Lo dejo que se bañe. Se tumba para un lado, se tumba para el contrario y se levanta. En este momento el guarro se encuentra en diagonal dándome su costado derecho y yo, precavido, y con la retícula iluminada encendida (pues si puedo aprovechar la luna tiro sin luz), ya tenia la cruz en el centro de la paleta.

Me aseguro y oprimo el gatillo enviándole 225 grains de Remington Core Lockt con mi Weatherby del 338 WM. El estruendo inunda la noche, y yo me quedo ensimismado por una milésima de segundo pensando que estaría ya muerto. Pero no, el guarro se dio la vuelta y salió corriendo, por lo que recargo el rifle y de mala manera le largo otra píldora con fallido resultado. Escuche la carrera y la deje de oir al poco, supongo que por la distancia.. Lo había tirado a placer, por lo que le tenia que haber acertado seguro. Me cojo la linterna y me voy al agua, y efectivamente allí había sangre roja muy viva, como un espumarajo (sin ninguna duda un tiro de pulmon). Sigo el rastro como puedo, pues solo dejaba gotas y tenia que volver atrás a cogerlo de nuevo. Continuo así sobre 50 metros, cuando veo una mancha mas grande, señal de que se iva cayendo... y efectivamente, varios minutos después vi el bulto negro tendido debajo de un olivo. No me podía creer lo que veía... Yo que no uso trailcams, ni tengo una óptica precisamente buena, por las marcas que dejaba le echaría al animal 70 o 75 kilos. Pero cuando me acerque y lo vi bien, sin aun haberle visto la boca, solo me salió decir una y otra vez “vaya guarro que he matao". Por si eso fuera poco, al mirarlo por delante y abrirle la boca me encontré con unas navajas de miedo.



Después de mirarlo una y otra vez porque aun no me creía haber abatido semejante animal, y sacar algunas fotos, llame a mi abuelo para que viniera a ayudarme a cargarlo. El animal no lo pesamos, pero bien seguro pasaba de los ciento y muchos kilos. El trofeo, aunque siendo algo secundario, muy bonito con mucha anchura, 105.85 puntos, medalla de plata.


Por: Ricardo Loro.
@rloro92

El Mani y Raul Blazquez

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