miércoles, 10 de diciembre de 2014

Diario de un gran montero.

Mañana fría del mes de enero, un día 14 nos reunieron en madroñera, si íbamos a montear la finca ¨cañadafria¨. Por esos entonces yo un niño de 12 añitos no sabía muy bien quien era la gran persona a la cual acompañaría durante la dicha jornada.
Después de un copioso desayuno de migas al estilo extremeño comenzó el sorteo y se sorteo mi armada de la cual yo era postor el valle de la paloma con 6 puestos, al ser aun un niño no tenia puesto ni siquiera poseía documentación.
El capitán mando salir las armadas y en último lugar salíamos nosotros, ya se escuchaban tiros en el horizonte y andaban los monteros nerviosos.
El 6 y último puesto le toco en suerte al GRAN MONTERO del que os hablo, el señor y para mí un padre Gaspar Blázquez Jiménez.
Centrados en el día yo le pregunte si podía quedarme con él hasta la hora de la recogida y muy amable me dijo que no había ningún problema.
Soltaron los perros a los pocos minutos de colocarnos y el monte comenzó a vibrar, sentíamos las carreras dentro de las jaras de los perros detrás de alguna res, y podíamos sentir como el corazón del uno y el otro nos llenaba de pasión por la caza.
Sentimos por nuestra izquierda un guarro que no rompía al cortadero pero no sabíamos a qué distancia estaba entre los puestos, se calmaron las ladras que le seguían y en ese instante rompió con trote calmado pero alerta, yo como niño que era le dije señor tire y me dio una lección de compañerismo cediendo el primer disparo al puesto de arriba ya que estaba más cerca de su postura y el numero 5 con un certero disparo dio muerte al cochino que resulto ser muy grande de cuerpo pero con poco trofeo, comentamos el lance y el con su saber estar y su sonrisa perpetua me explico lo antes comentado.
Estuvimos sin poder sentarnos hasta el final de la montería por que los lances se sucedían en toda la armada, pero a nosotros no nos alumbraba la santa fortuna.
Al toque de caracola supimos que la montería llegaba a su fin y veíamos como los puestos recogían a la vez que nosotros y subían hacia los coches, mi maestro porque desde ese día me enseñaría todo lo que se sobre la montería me dijo que aguantaríamos 10 minutos de rigor por respeto al monte, yo no lo entendía muy bien porque tenía que recoger y terminar mi trabajo pero acate su decisión y me senté de nuevo en la silla, y el monte nos recompenso por ofrecerle nuestro respeto, un crujido de una rama alerto nuestros sentidos, yo pensaba que sería algún perro perdido o alguna cierva, pero él se quedo estático, yo miraba el reloj cuando encaro el rifle y de un certero disparo en el codillo termino con un buen navajero que sigiloso pensaba que ya nos habíamos ido, otra buena lección, aun recuerdo sus palabras exactas ¨Pablito los guarros grandes se matan con los perros en el camión¨
Desde este día y hasta hoy, fue, es y será siempre mi maestro que desde el cielo aun me enseña.

DESCANSA EN PAZ ¨PAPA¨ Te quiero.

Por: Pablo Arjona
       @Pablo060414

El Mani y Raul Blazquez.

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