Dia 26 de Enero de 2013 vivi uno de los mejores dias desde que llevo cazando y disfrutando de la naturaleza, primero acompañando a mi padre desde muy pequeño, luego con mucha ilusion sacandome el permiso de armas con 16 años, hasta el dia de hoy, terminando la octava temporada como cazador. De siempre he cazado en el pueblo. Tanto caza menor como la mayor, practicando mas la caza mayor debido a la poca caza menor que tenemos. Mis jornadas de caza mayor son en cuadrilla al jabali, cazamos entre amigos donde lo que menos importa es el resultado, sino disfrutando los unos de los otros, las monterias con menor o mayor suerte, y el rececho, el cual solo he tenido la oportunidad de disfrutar un rececho de venado muy bonito y trabajado.
Una vez presentado como cazador, queria compartir con todos vosotros como bien he dicho al empezar el relato, uno de los mejores dias de caza de mi trayectoria como cazador. No solo porque tuve la suerte de abatir dos jabalies, sino porque ese dia empece realmente a disfrutar lo que es el mundo de las esperas. Con frio y mucha ilusion, como todas las mañanas que un cazador madruga para ir de caza, quedamos mi primo Alejandro, mi hermano David y yo, para hacer una espera en el coto que tenia mi hermano en Cueca. Apenas habia hecho esperas y escuchaba atento en el coche durante el camino a todas las recomendaciones y consejos que nos decia mi hermano. Al llegar al coto estuvimos mirando como estaban los comederos y eligiendo cada uno donde nos ibamos a poner esa noche. Mi hermano me dijo que me pusiera en una silla que habia en un arbol que seguro que me entraria algun jabali. Yo le hice caso y a eso de las 17:00 horas de la tarde ya estaba subido en la silla, con mi rifle de cerrojo 30-06 cargado y con la manta preparada para cuando empezara anochecer. Desde mi puesto tenia una zona de siembra a mi derecha, y a mi izquierda una zona frondosa de pinos.
A la hora de colocarme y todavia de dia, escuche
por mi izquierda un ruido, y vi como pasaba andando muy despacio, a escasos
metros por delante mía, un grande y bonito corzo con su todavía borra que le
cubría la cuerna. Disfruté de la belleza del animal mientras empezaba a caer la
noche. Ya de noche con la ayuda de la luna que me dejaba ver claros de monte, divisé
dos bultos negros a lo lejos que venían hacia donde yo estaba. Se pararon antes
de entrar al comedero entre los matorrales, momento que aproveché para
coger el rifle que tenía sobre las piernas muy despacio para no hacer ruido.
Mientras me quitaba los guantes vi cómo uno de ellos entraba al comedero,
mientras el otro más grande se quedaba entre los matorrales. El que estaba en
el comedero se veía confiado, comiendo sin parar, sin embargo el otro no dejaba
de dar vueltas al comedero, sin dejar las zonas de matorrales. Así estuvo unos
veinte minutos dejándose ver entre matorral y matorral pasar deprisa un bulto
grande. Al rato empezó a confiarse un poco y asomaba la cabeza de entre los
matorrales como para ir al comedero, pero nada, enseguida se echaba para atrás
y se escondía en lo sucio. Al ver como se estaba comportando y tras los
consejos que me había dado mi hermano, todo daba suponer que se trataba de un
macho grande, receloso, y su escudero que se estaba poniendo las botas. Con el rifle encarado y viendo bastante bien por el
visor gracias a la luna llena, decidí esperarle a que volviera a asomar de los
matorrales para apuntarle y tirarle antes de que se marchara. No tardó en
asomar, puse la cruz del visor sobre el animal y dispare. El jabalí cayó seco
en el sitio mientras se rompía el silencio de la noche. Al escuchar el tiro mi hermano me escribió por el móvil, me dio la enhorabuena
y me dijo que le dejara que se enfriara y que en un rato bajara a ver qué tal
era.
A la media hora y obedeciendo a mi hermano, me dispuse a bajar de la silla,
cuando detrás de mi escuché crujir una rama. Me quedé quieto, casi sin respirar
y empecé a escuchar ruidos dirección al comedero. No me lo podía creer, había
pasado solo media hora desde que apreté el gatillo y ya tenía otra vez delante
mía a cuatro jabalíes comiendo. Esta vez se trataba de una guarra con jabatos. Tras disfrutar de la escena y sus comportamientos se marcharon por donde
habían venido. Al poco tiempo escuché otro ruido. Se trataba de otro jabalí y este venía solo.
Tras dar alguna que otra vuelta entró al comedero. Le vi normalillo, ni grande
ni pequeño, y decidí decírselo a mi hermano escribiendo con el móvil por debajo
de la manta sin hacer el mínimo ruido. Me dijo que solo tirara sí creía que era
un macho grande. Le tuve comiendo durante 10 minutos metiéndolo y sacándolo del visor. Cada vez
que le apuntaba le veía más grande. Le volví a escribir a mi hermano y le dije que
le veía grande, que si le tiraba. Y me volvió a decir lo mismo, si creía que
era un macho grande que le tirara. Así que para no quedarme con la duda me
decidí a tirarle. Le apunté y como el primero, cayó seco.
Al rato baje de la silla muy contento a ver si eran buenos los jabalíes que había matado. Me llevé una desilusión al ver que eran dos hembras, la primera bastante grande y la segunda normalilla.
Me volví a subir a la silla esperando a que llegase la hora que habíamos decidido de quitarnos, y así encontrarme con mi primo y mi hermano. Ellos no tuvieron la misma suerte que yo, pero aquel día me quedé con la cara de felicidad que tenía mi hermano esa noche. Estaba incluso más contento que yo por haberme estrenado en las esperas y encima con un doblete.
Reconozco que en el segundo jabalí que maté pequé de novato en esto de las esperas y no tenía que haber apretado el gatillo. También me sorprendió que el primer jabalí que maté esa noche fuese una hembra en vez de un buen macareno, debido a como se comportó durante todo el lance.
Me gustaría agradecer desde aquí a mi padre que gracias a él soy lo que soy como cazador, sabiendo disfrutar al igual que respetar la naturaleza, y también dar las gracias a mi hermano, por haberme metido el gusanillo en el cuerpo en esto de las esperas, modalidad de caza muy bonita y muy autentica.
En esta temporada siguiente tengo mucha ilusión ya que nos hemos cogido juntos un coto para esperas mi hermano y yo...y seguro que disfrutaremos de mas días inolvidables como lo fue aquel día. Por ultimo también quería acordarme de Duque, un compañero fiel, mi perro, un foxterrier que pasamos juntos muchos días de caza, que hace 3 años que nos dejo...pero que sigue viniendo conmigo.
Por: Ruben Blazquez.
@rubensangui10
El Mani y Raul Blazquez
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