jueves, 6 de marzo de 2014

Relato de dos jóvenes de espera.


                 

Allá una noche de verano cielo despejado, ligera brisa serrana y la luna en su apogeo como testigo estelar,  iluminando y haciendo grande nuestras sombras. Postrados bajo un cerezo nos  hallábamos y de frente al comedero, tras una ligera pared algo caída, paso clave de los marranos...esta vez no muy tomado pero con la ilusión de las primeras esperas. No se hicieron esperar los primeros crujidos que hacían silenciar a la noche como si de muerta se tratara para pasados unos minutos volver a cobrar vida...De repente un ruido claro, conocido y fácil de identificar,  como si una excavadora hubiera tirado media pared de piedra, chocando entre sí y haciendo temblar a los que allí nos postrábamos. No había duda, era un cochino... como queriendo decirnos algo, nos miramos a la cara iluminadas ambas por la luna, haciendo brillar nuestros ojos y tensando nuestros músculos, cogiendo el rifle y tendiéndolo sobre mis piernas, agudizando todos nuestros sentidos....De repente y sin que nos diéramos cuenta, el crujir de una cereza seca tras nuestras espaldas, como deseando que no fuese verdad ninguno hicimos movimiento alguno, pero el inquilino se empeñaba en seguir partiendo cerezas secas algo que ya no pudimos obviar.

Mirada hacia atrás y ahí venían por el camino un macareno a unos tres metros de atropellarnos y otro mas grande justo al otro lado del cerezo donde yo me encontraba, el aire iba a favor así que no se percatarían de nuestra presencia hasta que estuvieran delante....Sin realizar el mínimo ruido fui preparando el rifle, acompañando el movimiento con el caminar de aquel monstruo, unos segundos mas y estaría delante, parecía que lo podía acariciar ya estaba casi todo.....De repente el temblar de mi compañero y la curiosidad le hizo mirar de nuevo hacia atrás, error fatal, su cuerpo le pidió reaccionar, había otro macareno detrás nuestra, no habría dos metros...Sus miradas se cruzaron y la voz fluyó de los más profundo de su estomago como no queriendo mover los labios diciendo...... "Hay otro detrasssss", no podía quedar mas de un segundo para que yo disparara, pero la voz los hizo apretar.... Levantando ambos un gruñido conocedores del peligro que allí se encontraba... Corrí, bueno corríamos mientras soltaba por mi boca todo tipo de tropelías. Los macarenos saltaban los banquetes como si de caballos se tratara, conseguí alumbra a uno pero no con el tiempo suficiente como para poder apuntar....Todo había acabado. 

La adrenalina se apoderó de nuestros cuerpos conscientes de que habíamos perdido una gran oportunidad, pasados unos segundos llegó la desilusión y el porqué de aquella voz...Quizás ni hoy día encontraras respuesta.

Por: Jose Maria Rodriguez Incera (@jonhjoseles).
       Fernando Incera de la Hija (@fernann33)


El Mani y Raul blazuqez.

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