Allá una noche de verano cielo
despejado, ligera brisa serrana y la luna en su apogeo como testigo
estelar, iluminando y haciendo grande nuestras sombras. Postrados bajo un
cerezo nos hallábamos y de frente al comedero, tras una ligera pared algo
caída, paso clave de los marranos...esta vez no muy tomado pero con la ilusión
de las primeras esperas. No se hicieron esperar los primeros crujidos que
hacían silenciar a la noche como si de muerta se tratara para pasados unos minutos
volver a cobrar vida...De repente un ruido claro, conocido y fácil de
identificar, como si una excavadora hubiera tirado media pared de piedra,
chocando entre sí y haciendo temblar a los que allí nos postrábamos. No había
duda, era un cochino... como queriendo decirnos algo, nos miramos a la cara
iluminadas ambas por la luna, haciendo brillar nuestros ojos y tensando
nuestros músculos, cogiendo el rifle y tendiéndolo sobre mis piernas,
agudizando todos nuestros sentidos....De repente y sin que nos diéramos cuenta, el crujir de una cereza seca tras nuestras espaldas, como deseando que no fuese
verdad ninguno hicimos movimiento alguno, pero el inquilino se empeñaba en
seguir partiendo cerezas secas algo que ya no pudimos obviar.
Mirada hacia
atrás y ahí venían por el camino un macareno a unos tres metros de
atropellarnos y otro mas grande justo al otro lado del cerezo donde yo me
encontraba, el aire iba a favor así que no se percatarían de nuestra presencia
hasta que estuvieran delante....Sin realizar el mínimo ruido fui preparando el
rifle, acompañando el movimiento con el caminar de aquel monstruo, unos segundos
mas y estaría delante, parecía que lo podía acariciar ya estaba casi todo.....De
repente el temblar de mi compañero y la curiosidad le hizo mirar de nuevo hacia
atrás, error fatal, su cuerpo le pidió reaccionar, había otro macareno detrás
nuestra, no habría dos metros...Sus miradas se cruzaron y la voz fluyó de los
más profundo de su estomago como no queriendo mover los labios diciendo...... "Hay otro
detrasssss", no podía quedar mas de un segundo para que yo disparara, pero la
voz los hizo apretar.... Levantando ambos un gruñido conocedores del peligro que
allí se encontraba... Corrí, bueno corríamos mientras soltaba por mi boca todo
tipo de tropelías. Los macarenos saltaban los banquetes como si de caballos se
tratara, conseguí alumbra a uno pero no con el tiempo suficiente como para
poder apuntar....Todo había acabado.
La adrenalina se apoderó de nuestros
cuerpos conscientes de que habíamos perdido una gran oportunidad, pasados unos
segundos llegó la desilusión y el porqué de aquella voz...Quizás ni hoy día
encontraras respuesta.
Por: Jose Maria Rodriguez Incera (@jonhjoseles).
Fernando Incera de la Hija (@fernann33)
El Mani y Raul blazuqez.
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