miércoles, 8 de junio de 2016

Un aguardo nada típico…..

De vuelta de un viaje relámpago a  Nyírkáta en Hungría, donde hemos disfrutado de unas jornadas de caza inolvidables,  gracias al buen trabajo de mi amigo Paco Camacho, Gerente de “Arraigo Cinegético” en una de sus grandes fincas. Ya os contaré cosas de la caza allí…2 días muy intensos, espectacular.  Pero hoy quiero comentar una modalidad de caza de tradición en España y que ahora estamos en época de ello,  y  que tras nuestras fronteras se vive de distinta forma

 EL AGUARDO ó CAZA EN ESPERA.

Y os preguntaréis ¿Por qué?

Pues bien, acompañado de mi amigo Javier Zamorano (@JaviZamorano75) y como siempre de mi fiel  BLASER R8 Cal.300wm con visor Zeiss 3-12x50 pero que en esta ocasión incorporaba un novedoso, para mi, sistema de Visión Nocturna, el NITE SITE WOLF.
Llegamos a la zona destinada para esta modalidad de caza, un lugar tranquilo con una zona de altura media- baja muy cerrada en frente y un gran claro por delante de nosotros. Nos colocamos en el lugar exacto dónde según la guardería de la finca, es el más idóneo para el aguardo. El puesto, natural, con una gran piedra delante que me sirvió de apoyo en todo momento con un desnivel sobre el tiradero de unos 3 metros.

  


 El montaje del equipo se realiza en menos de un minuto, antes de finalizar la instalación debemos regular la nitidez de la cámara, para ajustarla a nuestro visor, con una rueda interior que se mueve con cierta facilidad. En este caso una rueda exterior facilitaría mucho este proceso, ya que tienes que sacar la cámara del manguito con cada giro, pero que una vez hecho, ya está listo para siempre. Una vez instalado todo, el botón de encendido, bastante grande, está en el módulo de cámara y es de accionamiento muy intuitivo. Pongo un filtro de los que trae para oscurecer la pantalla y así reducir el brillo de esta hacia nosotros.
Aún siendo de día, podemos usarlo. Encendemos el WOLF y si hemos regulado bien el objetivo de la cámara, observamos buena nitidez.  La cruceta de nuestro visor se encuentra centrada en la pantalla LCD. Justo encima de esta, tenemos una rueda que regula la potencia del IR. Puedo asegurar que  tiene muy buena visión con escasa luz y el IR apagado.



A unos 150 metros vemos aparecer un bulto negro de buen porte, se acerca sin titubear hacia la zona dispuesta para aliviar sus necesidades de aseo y culinarias, ya me entendéis… Esto nos hace pensar que es un macho solitario todavía joven. Y efectivamente, tras una valoración rápida y aunque el corazón en estos casos siempre va por otro lado a tu cabeza, se trata de un macho de unos 2 años de buen tamaño pero sin defensas desarrolladas. Tomamos un aperitivo y proseguimos nuestro aguardo.

 

 A medida que la noche se va cerrando, regulamos la intensidad del IR según la distancia a la que queremos ver perfectamente, al igual que los aumentos del visor.  Este modelo probado, el NITE SITE WOLF, tiene potencia para llegar a los 200 metros sin problemas y sin ningún tipo de luz externa. Se nota el triple IR interno e invisible del que dispone. 
La noche se echa encima, pero no sin antes regalarnos otra entrada prácticamente por el mismo sitio que entró el joven marrano. Esta vez el comportamiento delata un mejor ejemplar. Se gira perpendicular a nosotros y no entra directamente, quiere coger el aire y se desplaza al menos 150m para después volver a girar, confiado, en dirección al comedero. Respetamos su entrada como manda nuestra ética venatoria, se alimenta tranquilo, valoramos sus defensas gracias al IR que obliga a brillar sus colmillos…3 segundos sin respirar y a través de la pantalla del WOLF apunto al codillo. Un lance perfecto, el animal cae fulminado, la Norma PPDC de 180 grains hace su trabajo. Un disparo a unos 60 metros en el codillo que no deja ninguna duda.




EQUIPO DE OBSERVACIÓN/GRABACIÓN NOCTURNA NITE SITE WOLF.

Nada mas sostener el maletín, fabricado en ABS, donde se encuentran los accesorios, me llama la atención su peso. Parece estar vacía, no pesa nada.  En el maletín nos encontramos la unidad de IR dónde destaca su gran pantalla LCD de 3,5” - 2  pinzas para adaptar al tubo de nuestro visor (25 y 30 mm) – 2 Manguitos de 35 y 40mm de caucho muy resistente y flexible para adaptar al ojo de nuestro visor, 1 Batería con correa de velcro para fijarla, 1 cámara con las conexiones de NS + Video/AV + Batería + Pantalla, Adaptador de corriente para carga de batería (Muy rápido por cierto) Paquete de filtros para oscurecer el reflejo de la pantalla (Muy útiles), Instrucciones de uso y Tarjeta de Garantía de 2 años.
El conjunto tiene una buena resistencia a las vibraciones y es impermeable. Vista la manera con la que el Nite Site funciona de noche, cabe destacar la importancia de disponer de un buen visor, ya que la cámara del equipo se limita a reproducir lo que ve a través de este.
Distribuido por EXCOPESA (www.excopesa.es) de Venta en Armerías los 3 modelos VIPER, WOLF, EAGLE.

 

 CONCLUSIONES:

La verdad es que estoy sorprendido y no sólo porque aún no había tenido la ocasión de probar un equipo así. Creo que estamos ante un equipo que debería cambiar las leyes de nuestro país.
Al igual que su venta es legal, (mismamente nuestro buen amigo de “Armería La Gacela” en Ávila lo vende), debería ser su uso legal aquí también. Yo mismo he comprobado y demostrado como se selecciona un ejemplar gracias a la visión nocturna y como dando un buen uso a este tipo de equipos se puede hacer una caza selectiva y de control con total eficacia y seguridad.
En este caso, el NITE SITE demuestra cómo no es un elemento de puntería si no una ayuda a la selección de ejemplares aptos para su caza. Caza y conservación al fin y al cabo, que es de lo que tratan los aguardos de nuestro país y a un coste (a partir de 600€) muy por debajo de los números que barajan otros equipos similares de entre 2500 y 3500€.

Por: Raul Blazquez.
        @BlazquezV8


 El Mani y Raul Blazquez

miércoles, 24 de febrero de 2016

El colofón soñado.

En estas líneas os quiero hacer participes de mi personal cierre de temporada. Esta ha sido una campaña marcada por los fallos, debido principalmente a mi inexperiencia, la cual me ha jugado cantidad de amargos sinsabores y muchas noches sin poder pegar ojo recordando los lances fallidos.

A lo largo de esta temporada montera he tenido la posibilidad de disfrutar de varios lances, con sus respectivos fallos a dos venados, dos cochinos y alguna que otra hembra, pero el destino me tenía reservado una oportunidad. Para terminar con esta campaña nos disponíamos a montear en un pueblo cercano a mi localidad natal, la mancha se encontraba en Aguilafuente (Segovia) y estaba organizada por un amigo del grupo con el que solemos cazar todos los fines de semana y que en la anterior montería se había saldado con la no despreciable cantidad de 31 guarros entre 31 puestos. Con las últimas lluvias y nevadas que nos acompañaron durante las semanas anteriores el río que baña el cazadero se desbordó, anegando la zona donde los jabalíes estaba encamados, por lo que a muy pesar nuestro se suspendió la salida.

Con este desafortunado desenlace el grupo de amigos nos dispusimos a buscar un nuevo sitio para cerrar la temporada como se merece, eligiendo una batida que se iba a celebrar en un pequeño pueblo soriano, Valdenarros. Ya con la salida programada esperaba a que llegase el fin de semana, tenía un no sé qué en  la barriga que me hacía barruntar que este domingo iba a ocurrir algo diferente.

Ya el domingo nos levantamos temprano mi padre, que iba a ser mi compañero en el puesto, y yo. Con el jaleo organizado en casa también levantamos a mi madre. Mientras tomábamos un café les comenté que sentía que hoy era mi día y mi madre bromeo diciendo que a ver si era verdad, que ya era hora de que me estrenase esta temporada porque menudo añito llevaba...

Bromas aparte, salimos de casa para encaminarnos al lugar de reunión, donde habíamos quedado con el resto de amigos, tomamos un rápido café y nos pusimos en marcha para llegar temprano al pueblo.

Ya en Soria tomamos un delicioso almuerzo montero, compuesto con unas excepcionales migas con huevo, lomo y el típico torrezno soriano, ¡una delicia!. Cuando concluimos con el sensacional tentempié se dio lugar un rápido y limpio sorteo, tocándome el puesto 18 de la armada de ''El monolito''. La suerte ya estaba echada y ahora solo faltaba disfrutar.

Cuando llegamos nos encontramos con un puesto de pinar bastante limpio, había buenas sensaciones. Rápidamente me dispuse a cargar el rifle y marcarme con los compañeros de los puestos colindantes para evitar cualquier tipo de incidente.

Ya preparados el aire nos daba de espalda y venteábamos hacia la mancha... A la media hora de llegar al puesto nos dimos un tremendo susto, ya que un corzo había llegado por nuestra espalda hasta apenas dos metros de nosotros y ya cuando nos vio salió despavorido, ¡casi se nos sale el corazón por la boca!

A los cinco minutos del acontecimiento con el corzo escuchamos un fuerte ruido que nos sorprende por la espalda también, nos giramos rápidamente y vemos como un enorme jabalí viene directo hacia nosotros como una locomotora. A escasos quince metros cambia su dirección hacia la izquierda y se frena en seco como si le hubiese dado el alto la guardia civil. En ese momento se encontraba casi tapado por una jara, pero a través del visor vi como me dejó al descubierto su paletilla, no lo pensé dos veces y disparé. El animal cayó desplomado en el momento, sin poder dar ni un solo paso. Había sido un disparo fantástico y mortal. En ese mismo momento mi padre y yo nos miramos y sonreímos. Aun con la adrenalina en el cuerpo y a pesar de tener el rifle en una mano, puse el seguro y levante a mi padre en volandas, y nos fundimos en un abrazo. Fue una sensación que nunca olvidaré, la sonrisa en la cara de mi padre, que veía como su hijo pequeño había logrado uno de sus sueños.

La sorpresa llegó cuando al pasar los rehaleros y perros por el puesto, y como el jabalí estaba a escasos veinte metros, nos acercamos a verle. Era un navajero con una buena boca y un pelaje y tamaño espectaculares. Saqué al animal hasta el camino para contemplarlo mejor.

 

A partir de ahí la montería se desarrolló con menos interés por mi parte, tan solo nos puso en guardia un par de espectaculares corzos macho, fácilmente medalla de oro, que pasaron por  nuestro puesto, y alguna que otra ladra lejana. Al finalizar, cuando pasó el postor de recogida nos hicimos las fotos de rigor, yo estaba tan contento con ese espectacular navajero, mi primer macho con boca.

Ya de vuelta al pueblo recibí las entusiastas felicitaciones por parte de mis compañeros y amigos, que al ser el más joven del grupo tienen hacia mí un trato diferente y que es de agradecer. Disfrutamos de una caliente y reconfortante sopa, y una posterior carne estofada que nos supo a gloria. He de decir que ese día no me hubiese importado no comer, estaba tan satisfecho por el lance acontecido que tenía los sentidos un tanto adormilados...

Tras recoger mi valioso trofeo nos dispusimos para volver a nuestro pueblo, donde disfrutamos de unas copas exquisitas que acompañadas de lances y entretenidas historias entre amigos amenizaron el cierre de temporada. Como es tradición me tocó invitar a las rondas de después, ya que, el que moja paga. ¡Y con todo el gusto que lo hice!.

Espero que hayáis disfrutado del relato, al igual que lo he hecho yo recordando ese gran día y ese espectacular lance. Un saludo a todos y ¡buena caza!.


Por: Alberto Moreno Fresnillo.
       @MorenoCantalejo

 El Mani y Raul Blazquez

lunes, 22 de febrero de 2016

"Mi primer marrano ¡Y qué marrano....!!"

…. Por fin se cumplió, el dueño y señor del monte vencido por, quizá, un rival indigno dada su real condición.

Pero esta historia empieza antes, mucho antes, unas cuantas temporadas atrás.  Muchas monterías, ganchos, ladras y lances fallidos. Muchas horas y madrugones invertidos. En fin, demasiados fallos achacados a mi nula experiencia en lo que a caza mayor se refiere y, quien sabe si un poco de mala suerte también. Pero este sábado sería diferente, hoy presentí que iba a ser mi día.

Todo empezó con una llamada el día antes para confirmar mi asistencia en el tercer y último gancho que daríamos en nuestro pequeño coto.

Un acotado de caza menuda en el que la mayor, hasta hace unos años era algo anecdótico, pero que, debido a los cambios del uso del monte, los ungulados son cada vez más abundantes.

Aun así, las pocas esperanzas impropias de mi persona y el poder de atracción de las sabanas, sumado al temporal que azotaba estos días el sur de Salamanca, le restaban emoción a la que quizá fuera la última  jornada de esta temporada.

Eran las 9:30 de la mañana de este nublado sábado de Febrero cuando llegue al lugar de reunión y sorteo. Rifle, mochila y abrigo que impidiera que la lluvia amenazante me mojara, esperaban en el coche, rodeado de las recovas que esperaban tranquilas en los furgones, como si con ellas no fuera la cosa.

Saludos, carantoñas y el calor que desprendía la lumbre hacían más amena la espera en esta fría madrugada.

Cuando el presidente llamo a todos los monteros, sentí que ya había llegado la hora. Como es costumbre, en estos ganchos únicamente se busca cubrir gastos y cada participe pusimos sobre la mesa los 25€ que nos costó el puesto. Sinceramente entregue el dinero con cierta resignación, pues ha sido mucho el “malgastado” sin resultado alguno, aunque una actitud optimista de adueño de mí en ese mismo instante. No suelo seguir ningún patrón a la hora de escoger la papeleta que decida el puesto, por lo que elegí la primera que vi. Era el número 2 y el sitio no me disgustaba.

Tras la agrupación de las armadas y el vaivén de los enseres, partimos hacia la mancha.


                                              Panoramica del entorno

Llegados a esta y encarada la pendiente propia del lugar, comenzamos a ascender. Los puestos más altos estaban situados en la cumbre de la sierra y di gracias de que no me hubiera tocado uno de ellos. A estos tenían que llegar una pareja de asturianos a los que tuvimos que esperar varias ocasiones. La cuesta se les atragantaba un poco, parecían tortugas; a que les da un infarto, pensé. Entretanto nos cuentan que días antes cazaron en las medulas y que la próxima cacería a la que asistirían seria en Somiedo, mientras observábamos incrédulos como nos describían las pendientes tan escarpadas que tendrían que vender ¡mucha suerte! les dije entre risas.

Eran las 11 de la mañana cuando llegue a mi postura. Era una pendiente con una gran franja que cubrir e indeciso me moví entre dos posibles puestos naturales elevados. Haciendo caso a uno de los Asturianos, me coloque en el más bajo de ellos, lo cual hizo que dejara una considerable zona sin cubrir e indeciso, pero la suerte esta echada y en esto de la caza, por donde menos te lo esperas.


                                           Foto del Puesto

Apenas había pasado media hora cuando los perros nerviosos empezaron a ladrar eufóricos alterando la tranquilidad del campo que hasta hace escasos minuto era inherente de este.
Una vez totalmente asentado y dispuesto sobre la resbaladiza piedra observo el puesto e intento averiguar cuáles serán los lugares por los que podrían romper los suidos en caso de tener esa suerte. Con el rifle al hombre, me coloco el brazalete fluorescente y trato de situar al compañero que en el puesto contiguo quedó, cuando de repente, al girar la cabeza le veo subir; un contundente jabalí, muy oscuro y no muy grande por lo que parece, que frenó en seco su ascenso en el momento en el que encaré.

No recuerdo cuantos segundos transcurrieron, pero puedo asegurar que fueron muy pocos los que tarde en encarar el rifle y apretar el gatillo. A pesar de que fue un tiro certero y mortal, me vi obligado a disparar por segunda vez sin acierto; fruto de los nervios más que por necesidad, ya que aún tubo suficientes fuerzas para emprender una corta carrera y hacerme creer que se marcharía herido.

Aún sigo pensado que, a pesar de su inmovilidad y escasa distancia a la que apareció, si no hubiera sido por haberle metido por completo en el visor, quizá lo hubiera fallado. Si fueran perdices, otro gallo cantaría.

Pero ¡por fin! Por fin había matado mi primer jabalí. Por fin había acertado después de tantos fracasos. La incredulidad me hizo quedarme inmóvil. No podía creerme que casi sin acabar de soltar los perros yo ya lo había conseguido.

Mi primera reacción fue contarle a un amigo, el cual me había prestado el rifle, lo que había sucedido y, acto seguido, de un salto baje la piedra y fui corriendo a ver el animal.

A escasos 30 metros del puesto, no me podía creer lo que acababa de suceder. Los nervios ni si quiera me dejaron hacer las primeras fotos, que quedaron desenfocadas por el temblor de mis manos.

Había conseguido abatir, por suerte más que por méritos propios, aquel animal que quien sabe la de emboscadas que había conseguido librar. Un precioso jabalí que rondaría los 80-100 kg de peso, de capa muy oscura y unas navajas lo suficientemente grandes como para dar saltos de alegría.

Desde ese momento empezaron las llamadas a los compañeros, los WhatsApp y el asombro que aún sigue presente en mí. Acababa de matar mi primer guarro y ¡menudo guarro!

Han sido muchas las cacerías a las que he asistido, pero ninguna se me hizo tan corta como esta. Finalmente el día también acompaño. Las amenazantes nubes grises dejaron paso a claro-oscuros donde el sol llego a asomarse.

El gancho prosiguió como otro cualquiera. Apenas se escuchaban tiros, los perros ladraban de muy de vez en cuando en la lejanía y el aburrimiento comenzaba a afectarme.

Entretanto el aire traía algún que otro sonido sin más importancia que el crujir de las ramas por las fuertes rachas de viento que hostigaban a los robles.

A lo lejos una ladra. No eran pocos los perros que vi correr detrás de lo que podría ser un jabalí mientras se alejaban de la mancha. Las voces del perrero cesaron el insistente ladrar de los perros y la calma, de nuevo de estableció en el monte.

Un resoplido me puso alerta. Mire hacia atrás y vi aparecer la geta de otro marrano. Era una situación que no me esperaba, un jabalí entrando en la mancha y no al revés. La trayectoria que interprete que seguiría hizo que me moviera del sitio donde debiera haberme quedado, pues el jabalí, dado que no se había percatado de mi presencia, decidió proseguir el camino que tranquilo recorría y yo, debido a una acción fruto de la total inexperiencia, no tuve más remedio que retroceder sobre mis pasos, pues el cochino salto la pared y vino directo hacia mí, hasta el punto de toparse conmigo a escasos 3 metros. Fue entonces cuando entre las escobas me barrunto y más rápido de lo que yo fui capaz de reaccionar, emprendió la huida llevándose 3 disparos fallidos que me dejaron con un sabor agridulce, pues de no haber pecado de novato, quien sabe.

Poco quedaba ya para dar fin a este esplendido día.

Las gorras naranjas de los compañeros descendían por la cuerda de la sierra, con lo que empecé a recoger.
¡Mejo que al Rey! ¡El más grande que yo he visto en este coto! ¡Enhorabuena!

Expresiones y felicitaciones de los compañeros que si bien, ya lo estaba, consiguieron enorgullecerme aún más.

2 fueron los jabalís abatidos ese día, pero el resultado para mí era indiferente. Este día pasó a ser el más importarte de mí corta trayectoria montera.
En la comida, los halagos se transformaron en burlas y risas mientras les constaba como tuve que retroceder por miedo a lo que pudiera haber hecho el segundo jabalí.
Pero eso era algo que ya no me importaba, nadie me arrebataría mi momento jamás. Por fin se cumplió, el dueño y señor del monte vencido por un digno rival, dada su real condición.



 Por: Jose. L Garcia
        @JoseLG_20

El Mani y Raul Blazquez

miércoles, 17 de febrero de 2016

UNA CABRA MUY SALVAJE (Parte II).

El viaje hasta Huesca ha sido un lujazo, eso si, acompañados de la lluvia durante los más de 400kms que nos separan del destino.

En el trayecto comimos en dónde para mi, y para casi todos los que transitamos la A2 un día de caza, es el lugar apropiado, el “103”. Lugar este muy cazador y dónde degustamos un lechazo impresionante además de otros exquisitos entrantes. La charla de caza (dónde cazamos lo que no está escrito) ameniza el viaje. Escuchar a Julio y a Fran,  dos cazadores increíbles que saben de caza y además saben de cazar,(que no es lo mismo) es todo un espectáculo.

Llegamos a Huesca a eso de las 20h. Nos hospedamos en el Abba Hotel, un buen sitio. Hicimos el Check-in y nos fuimos a buscar un sitio para cenar. Antes de esto visita a la Armería Guara para saludar a su dueño, amigo de Fran y conocer y mostrar nuestro apoyo a Mel Capitán por las amenazas y acoso recibido por los “animalistos” y “ecolojetas”.

Tomamos algo con ellos, hablando de cabras y de las apasionantes batidas de jabalí que realizan en aquella zona y que precisamente por la mañana iban a asistir a una de estas batidas.

Luego cenamos y a descansar al Hotel.

(En el silencio de la noche se escuchaban las plegarias para que el tiempo nos dejara recechar).

A la mañana siguiente y contra todo pronóstico, amanece un día precioso. ¿Serían los rezos?.

Después de un desayuno muy rico en una Pastelería/Cafetería de Huesca, nos viene a recoger Fernando con  Raúl el guarda.

Ponemos rumbo a Bierge que está a unos 50Kms y que tras dejar la autovía se vuelve una carretera de las que te hacen soñar con lo que va a suceder después…

Rodeamos la zona de los barrancos que sería el cazadero de hoy. Nos asomamos en un punto estratégico desde donde puedes llegar a ver a muchos cientos de metros. La zona como os conté en la primera parte de este relato es increíble. Desde aquí y a unos 650m vemos un grupo de Cabras que se les puede hacer una entrada.

Y así fue, decidimos entrar por un costado del barranco. La zona es impactante, las rocas son muy peligrosas debido a la cantidad de agua que ha caído la noche anterior y varios días atrás y andar por allí se hace una tarea complicada. Después de una larga travesía nos sorprenden las cabras a nosotros antes de lo previsto. El aire a hecho un trabajo proporcional a nuestro esfuerzo, dejándonos avanzar sin problema por el barranco. Si la idea era llegar al menos hasta unos 120-150 metros de los machos, ahora estábamos a escasos 80.

Los animales están desconfiados, comen y levantan la cabeza casi al mismo tiempo. No paran quietos, en zig-zag unos con otros se entretienen en comer y observar. Están en un claro, es como un pasillo de unos 3 metros de piedras y tierra húmeda. No hacen el más mínimo ruido…

Atrás quedan Fernando, Julio y Fran.

Avanzamos unos metros Raúl y Yo. Nuestros movimientos son a cámara lenta, Raúl delante de mi coloca el trípode y se aparta.

Es mi momento, las piedras no me dejan acoplar mis botas, pero yo tengo la mirada fija en un animal, un macho imponente se alza sobre todos los demás, Raúl y yo nos miramos, no hace falta hablar, ese sería mi objetivo.

Apoyo el rifle en el trípode y observo con detenimiento. Intento acoplar el pie izquierdo y toco la pata del trípode, este a su vez golpea una pequeña piedra que rueda hacia las cabras…

Los animales levantan la cabeza como un ejercicio de sincronización y miran hacia nosotros, se ha hecho un silencio aterrador. Pero antes de que puedan tomar una decisión que sería sin duda la acertada, deslizo el dedo sobre el gatillo. Tras el estruendo es inmediato de nuevo el silencio, la tragedia de la muerte le ha sobrevenido al imponente macho.
  
El  guarda ha pegado un grito que no se que a dicho pero la alegría era notable. El animal no a hecho ningún movimiento más allá de caer fulminado. No se ha enterado de nada. El resto de animales desapareció antes de que pudiera levantar la cabeza del visor. Los compañeros se aproximan para abrazarnos entre todos. Mi mirada sigue fija aún en el animal que yace en la piedra mojada. El abrazo de Fran deja ver lo emocionado que estoy.


Nos acercamos y el macho es tan impresionante como parecía. El impacto de la bala ha sido bastante preciso, dada la distancia (80m)  era complicado no colocarlo en su sitio, justo en corazón.

 Lo acaricio, tiene un pelo maravilloso y bastante canoso en la segunda capa, su gran barba de casi 11 años de da un aspecto rudo y noble. La cuerna marca la diferencia, con chasquidos de 100 batallas ganadas que aún resuenan en los barrancos… de la gran Sierra de Guara.    FIN




Por: Raul Blazquez.
        @BlazquezV8

 El Mani y Raul Blazquez

lunes, 15 de febrero de 2016

UNA CABRA MUY SALVAJE (Parte I).

Sin duda la Sierra de Guara en Huesca, ofrece unas vistas increíbles a quien la visita. Un paraje de una belleza extraordinaria y de una orografía de gran dificultad para transitarla. Lugar para realizar muchas actividades de montaña que recomiendo pongáis en vuestro plan de viaje. Orografía que en algunos casos… solo apta para buenas piernas o para sus cabras salvajes.

Y de eso quería hablar, de sus cabras salvajes ó Feral Goat.

 Aparentemente cuando hablamos de cabras salvajes, a uno se le viene a la cabeza Cabra Montesa, Boc Balear o alguna mente más clara puede llegar a pensar en ovejas descarriadas, torpes y atontadas con su cencerro y su pastor velando por su seguridad y conduciéndolas hacia su resguardo en el corral… Pues nada más lejos de la realidad.

Estas cabras salvajes, son salvajes. Llamadas Cabras Cimarronas por su carácter asilvestrado viven en estas zonas montañosas y en islas de todo el mundo desde hace siglos, formándose pequeños rebaños  de varios machos y hembras con sus cabritos  ocupando un territorio muy extenso. Recorren grandes distancias comiendo en las primeras horas de la mañana, momento este propicio para poder observar su comportamiento y querencias.  La caza de esta cabra de mínimo interés hasta ahora por los cazadores, quiere ser una práctica más habitual, ya que el gobierno quiere minimizar su presencia  por el proyecto que se está llevando a cabo de introducir en la Sierra de Guara Cabra Montesa. (Ya presente en un número muy reducido).


El rececho que he realizado yo junto a mi gran amigo y experto Francisco Cano (Pasion Morena) y la empresa Iber Hunts (Fernando y Julio) que se encarga de la gestión de estos ejemplares,  es tratado exactamente igual que si cazaras un Macho Montés. De hecho, el comportamiento de estas Cabras Salvajes ó Feral Goat es igual de desconfiado y astuto que el de su pariente el Macho Montés aunque su pariente más cercano es el Boc Balear o Cabra Cimarrona de Mallorca, quién ha mantenido su genética idéntica y mantiene siempre sus colores característicos con algún ejemplar negro por completo. En el caso de las de Huesca, los colores son de lo más variado. Estas, las de Huesca, son idénticas al Boc en cuanto a la cornamenta, físico y comportamiento.
 
Os animo a todos desde aquí a vivir esta curiosa experiencia, curiosa por el trofeo que proporcionan los grandes machos y apasionante por lo que resultan siempre los recechos de alta montaña. Eso si…no esperéis que la cosa sea fácil. ;-)

Agradecimiento especial a Raúl, Guarda en la Sierra de Guara, por su imprescindible ayuda y trabajo.


Por: Raul Blazquez.
        @BlazquezV8

 El Mani y Raul Blazquez

viernes, 22 de enero de 2016

El Rugido de la Pantera.

Animales. Amanecía en Extremadura. EL sol se abría paso entre las tinieblas, con fuerza, anunciando que sería un día de grandes acontecimientos. Todo estaba minuciosamente cuidado, la mancha, aunque pequeña en cuanto a hectáreas, se mostraba llena, repleta, invadida por los colmilludos.

Las migas abrían boca a unos cazadores hambrientos de experiencias nuevas, lances inolvidables, sentidos inexplicables. Con el mítico “Pacharán”, veíamos el avance del sorteo, esta vez no me preocupaba la postura, vería la montería con otros ojos, desde dentro de la mancha, batiendo una finca que me sabía como la palma de mi mano.

“Phanta rey”, en efecto, todo fluía. Los puestos, ya colocados, esperaban impacientes los lances venideros. Llegamos con los camiones, y todo empezó. El regato, que por ambos lados estaba cerrado, se extendía a lo largo de nuestra vista. Aire a favor, los punteros empezaron a levantar cochinos a espuertas. El campo, intranquilo, rezumaba pasión.

El trabajo de tanto tiempo mimando la mancha, estaba dando sus frutos. Era constante el alboroto de tiros y ladras que se sucedían entre las distintas posturas.

Una ladra ha parado, y yo volaba por las jaras. Cada queja de uno de los valientes podencos me llegaba al alma. Y por fin llegué. Aculado y de frente, me esperaba. Los perros en corro intentaban intimidarle. Con el culo pegado al madroño, se defendía de cuántos a él se acercaban. Quería dar fin al lance pero el guarro, sin estar agarrado y en un sitio tan cerrado de monte, tenía todas las de ganar. Un “jipido” lejano y conocido me puso de orejas. El perro venía corriendo y tras el segundo ladrido la reconocí, ¡gitana! -grité para mi capote-. La alana, propiedad de un buen amigo, se acercaba con ganas de fiesta. Mientras tanto el macareno, resabiado, esperaba a ver cómo sucedían los acontecimientos. De vez en cuando, recordaba la jerarquía arrancando contra sus acosadores, lanzando bufidos y trompazos a diestro y siniestro. Cada vez más cerca, “gitana” se encendía más. Mientras le cogía el aire al marrano, la alana de piel de pantera, entraba en la plaza y sin hacer parada, se lanzaba a la oreja de su víctima. Con la confianza que transmitía esa perra, los podencos la siguieron en la ardua tarea de tumbar el gran macareno. El tiempo pasaba lento hasta que mi cuchillo daba con el cuerpo de tan mencionable contrincante, en el suelo. Dos navajas intimidantes, acompañadas de unas espléndidas amoladeras. El lance había acabado, entonces, miré a la cara a la “pantera” y entre caricias, le agradecía su trabajo.

La montería cumplió sus expectativas con un gran número de guarros sobre el plantel. Feliz y en familia, me retiraba a la cama pensando en aquel maravilloso lance, del que solo “gitana” y yo teníamos constancia de verdad, un secreto que rememoro cada vez que la veo.

Gracias “pantera”.

Por: Jaras y Animales.
      @jaras_y

El Mani y Raul Blazquez